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miércoles, 27 de febrero de 2013

Aileen.

(...)Aileen gozaba por aquel entonces de treinta y dos veranos, pocos más que yo, era una preciosa irlandesa que regentaba un Irish Pub, uno de los cientos que podemos encontrar en la costa alicantina, esos en los que en las noches veraniegas, el jugo de malta tostada fluye, sin parar, en espumosas jarras de dos litros y donde suelen concentrarse para hacer vida social la mayor parte de la población irlandesa de la zona; turistas y residentes, mientras Aileen y Erick, un gigante rubio de esos que pasan todo el día hormonándose en el gimnasio, sirven entre desafiantes notas musicales que manan bandas como The Dubliners o The Real McKenzies, todo tipo de cervezas.(...) (Manu LF)

sábado, 23 de febrero de 2013

Aquel Extraño Punto Rojo








“Tienes que comprender que la mayor parte de estas personas son todavía parte del sistema y que eso las convierte en nuestros enemigos. Tienes que comprender que la mayoría de la gente no está preparada para ser desconectada. Y muchos de ellos son tan inertes, tan desesperadamente dependientes del sistema, que lucharían para protegerlo.”
(Matrix)


(…)Llegué con retraso, su portal apestaba a lejía y las envejecidas escaleras daban el aire añejo de tiempos pasados. Allí sentado me embobé observando los buzones; aquellos compartimentos habían perdido hasta la pintura y en sus cerraduras el óxido había dejado alegremente de ayunar. El frío de aquel portalejo me estaba calando hasta el tuétano.

Me pregunté si estaba en el sitio correcto y para entenderlo cogí otro libro de la estantería opuesta y lo abrí por una hoja cualquiera;

(…)Llegué con adelanto, su jardín olía generosamente a jazmín. Era verano y las chicharras apostadas en los pinos daban paso, con sus cantos, a un desvivido cortejo de amor que las aparearía. Traté sin éxito de encontrar  el cobijo de una sombra que paliara los efectos que, sobre mí, descargaba la pesadilla de treinta y nueve grados centígrados.



Cerré el libro y miré el micro sensor OXON de mi muñeca, éste interfiere las frecuencias y deja obsoleto al AZ6, la diminuta pantalla marcaba sexagesimales, por lo que debía acudir en menos de 24 horas a reemplazar uno de los chips. Seguramente la condensación atmosférica del lugar lo había dañado, aquí abajo el gradiente geotérmico no perdona. Es el año 2203 y yo me encuentro en un C.I, Centro de Interpretación clandestino; una biblioteca, a más de seiscientos metros de profundidad, éstas fueron prohibidas y destruidas hace aproximadamente ciento cincuenta años. Sé que durante siglos los libros albergaron en ellas la sabiduría y con éstos la población podía viajar leyendo, soñar e incluso nutrirse del conocimiento guardado en ellos. Hoy todo ha cambiado. Durante el embarazo nuestras madres son sometidas a un registro obligatorio en el que, a través de la placenta, se nos implanta un microchip en la cabeza, el AZ6, el circuito integrado más sofisticado elegido por la OMSR (Organización Mundial de
la Salud y la Radioactividad) modificando la actitud y la conducta humana. Nuestros cerebros son computados con apenas tres meses de gestación.
El AZ6 se encarga de transmitir a una base de datos individualizada,
cualquier pensamiento, observación o reacción que no encaje en los límites permitidos por el Sistema y entonces éste, basándose en los niveles
de adaptación de cada sujeto, trata de recuperarlo intensificando el envío de frecuencias VOKOR al microchip y cuando la capacidad adaptativa del individuo no responde decide eliminarle, induciéndolo al suicidio. La población mundial se ha reducido a setecientos ochenta y cuatro
millones, de los cuales, tan solo un tres por ciento hemos podido desprendernos ilegalmente del AZ6. El Sistema no permite errores y mucho menos discrepar de éste, los sujetos creativos son aislados en celdas de hormigón; colmenas superpuestas en las que se hacinan miles y miles de humanos obligados a realizar durísimos esfuerzos durante dieciséis horas diarias, otros muestran signos de insubordinación y son directamente eliminados por lo que, siendo cautelosos, debemos saber mimetizarnos.
El clandestino cuartel general de nuestra Organización —Fracción R— se encuentra en la península de Kola a quince kilómetros de profundidad, hace doscientos treinta años fue un proyecto científico sumamente secreto, hoy en día exteriormente y tras diferentes alambradas no queda de él más que escombros. Para nosotros que vivimos con el concepto moral de destruir la maquinaria genocida del Sistema, significa algo más, nos sirve de refugio y para ello, accedemos hasta sus entrañas por medio del viejo túnel que albergó un ascensor de grandes dimensiones. Allí estudiamos las conductas de Resistencia que se dieron antaño y de las que la población actual desconoce su existencia. Todas ellas, son referentes claves para teorizar e inculcar nuestro compromiso y voluntad.

El Sistema ha sometido de tal modo a la población que siendo esclavos productivos y de consumo creen que todo viene dado. No se permite reír, llorar y tampoco soñar, no existe un mínimo de calidad en la sanidad, las enfermedades se crean o se erradican al antojo del Sistema, la educación es placebo; se ofrecen leves conocimientos a través de cables coaxiales que se conectan con ventosas a nuestras cabezas, los grupos animalistas formaron parte del Sistema en el momento que éste prohibió el uso de
animales para fines experimentales, desde entonces se utilizan humanos.
 Grupos ecologistas están también estructurados dentro del sistema, estos determinan que las frecuencias de los implantes AZ6 no superen un máximo de radiación, las políticas neoliberales hace doscientos años que cambiaron de careta y el Sistema absorbió a los grupúsculos que las
combatían. Se mantiene el orden jerárquico, con sus diferentes escalas sociales, políticas e incluso geográficas pero nadie, absolutamente nadie sabe con fiabilidad los nombres de los pocos dueños del mundo.
Ahora recuerdo que debo cambiar cuanto antes uno de los chips del micro sensor OXON que rodea una de mis muñecas, de no hacerlo los guardianes del Sistema me localizarían y evidentemente peligraría la continuidad de la Fracción R.
Ante el espejo me veo envejecer por momentos, no recuerdo cuándo fue la última vez que estuve delante de uno de ellos. De hecho, no recuerdo haber visto antes ese extraño punto rojo que lentamente recorre mi frente siguiéndola allá hacia donde la muevo.
                                                                                                                            …mierda.