(...)Aileen gozaba por aquel entonces de treinta y dos veranos, pocos más que yo, era una preciosa irlandesa que regentaba un Irish Pub, uno de los cientos que podemos encontrar en la costa alicantina, esos en los que en las noches veraniegas, el jugo de malta tostada fluye, sin parar, en espumosas jarras de dos litros y donde suelen concentrarse para hacer vida social la mayor parte de la población irlandesa de la zona; turistas y residentes, mientras Aileen y Erick, un gigante rubio de esos que pasan todo el día hormonándose en el gimnasio, sirven entre desafiantes notas musicales que manan bandas como The Dubliners o The Real McKenzies, todo tipo de cervezas.(...)
(Manu LF)
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miércoles, 27 de febrero de 2013
sábado, 23 de febrero de 2013
Aquel Extraño Punto Rojo
“Tienes
que comprender que la mayor parte de estas personas son todavía parte del
sistema y que eso las convierte en nuestros enemigos. Tienes que comprender que
la mayoría de la gente no está preparada para ser desconectada. Y muchos de
ellos son tan inertes, tan desesperadamente dependientes del sistema, que
lucharían para protegerlo.”
(Matrix)
(…)Llegué con retraso, su portal apestaba a lejía y las
envejecidas escaleras daban el aire añejo de tiempos pasados. Allí sentado me
embobé observando los buzones; aquellos compartimentos habían perdido hasta la
pintura y en sus cerraduras el óxido había dejado alegremente de ayunar. El
frío de aquel portalejo me estaba calando hasta el tuétano.
Me pregunté si estaba en el
sitio correcto y para entenderlo cogí otro libro de la estantería opuesta y lo
abrí por una hoja cualquiera;
(…)Llegué con adelanto, su jardín olía generosamente a
jazmín. Era verano y las chicharras apostadas en los pinos daban paso, con sus
cantos, a un desvivido cortejo de amor que las aparearía. Traté sin éxito de
encontrar el cobijo de una sombra que
paliara los efectos que, sobre mí, descargaba la pesadilla de treinta y nueve
grados centígrados.
Cerré el libro y miré el micro sensor OXON de mi muñeca,
éste interfiere las frecuencias y deja obsoleto al AZ6, la diminuta pantalla
marcaba sexagesimales, por lo que debía acudir en menos de 24 horas
a reemplazar uno de los chips. Seguramente la condensación atmosférica
del lugar lo había dañado, aquí abajo el gradiente geotérmico no perdona.
Es el año 2203 y yo me encuentro en un C.I, Centro de Interpretación
clandestino; una biblioteca, a más de seiscientos metros de profundidad,
éstas fueron prohibidas y destruidas hace aproximadamente ciento
cincuenta años. Sé que durante siglos los libros albergaron en ellas la
sabiduría y con éstos la población podía viajar leyendo, soñar e incluso nutrirse del
conocimiento guardado en ellos. Hoy todo ha cambiado. Durante el embarazo
nuestras madres son sometidas a un registro obligatorio en el que, a
través de la placenta, se nos implanta un microchip en la cabeza, el AZ6,
el circuito integrado más sofisticado elegido por la OMSR (Organización
Mundial de
la Salud y la Radioactividad) modificando la actitud y la
conducta humana. Nuestros cerebros son computados con apenas tres meses de
gestación.
El AZ6 se encarga de transmitir a una base de datos
individualizada,
cualquier pensamiento, observación o reacción que no encaje
en los límites permitidos por el Sistema y entonces éste, basándose
en los niveles
de adaptación de cada sujeto, trata de recuperarlo
intensificando el envío de frecuencias VOKOR al microchip y cuando la capacidad
adaptativa del individuo no responde decide eliminarle, induciéndolo al
suicidio. La población mundial se ha reducido a setecientos ochenta y
cuatro
millones, de los cuales, tan solo un tres por ciento hemos
podido desprendernos ilegalmente del AZ6. El Sistema no permite
errores y mucho menos discrepar de éste, los sujetos creativos son
aislados en celdas de hormigón; colmenas superpuestas en las que se
hacinan miles y miles de humanos obligados a realizar durísimos esfuerzos
durante dieciséis horas diarias, otros muestran signos de
insubordinación y son directamente eliminados por lo que, siendo cautelosos,
debemos saber mimetizarnos.
El clandestino cuartel general de nuestra Organización
—Fracción R— se encuentra en la península de Kola a quince kilómetros de
profundidad, hace doscientos treinta años fue un proyecto científico
sumamente secreto, hoy en día exteriormente y tras diferentes
alambradas no queda de él más que escombros. Para nosotros que vivimos con el
concepto moral de destruir la maquinaria genocida del Sistema,
significa algo más, nos sirve de refugio y para ello, accedemos hasta sus
entrañas por medio del viejo túnel que albergó un ascensor de grandes
dimensiones. Allí estudiamos las conductas de Resistencia que se dieron antaño
y de las que la población actual desconoce su existencia. Todas ellas,
son referentes claves para teorizar e inculcar nuestro compromiso y
voluntad.
El Sistema ha sometido de tal modo a la población que siendo
esclavos productivos y de consumo creen que todo viene dado. No se
permite reír, llorar y tampoco soñar, no existe un mínimo de calidad en la
sanidad, las enfermedades se crean o se erradican al antojo del Sistema,
la educación es placebo; se ofrecen leves conocimientos a través de
cables coaxiales que se conectan con ventosas a nuestras cabezas, los grupos
animalistas formaron parte del Sistema en el momento que éste prohibió
el uso de
animales para fines experimentales, desde entonces se
utilizan humanos.
Grupos ecologistas están también estructurados dentro del
sistema, estos determinan que las frecuencias de los implantes AZ6 no
superen un máximo de radiación, las políticas neoliberales hace
doscientos años que cambiaron de careta y el Sistema absorbió a los
grupúsculos que las
combatían. Se mantiene el orden jerárquico, con sus
diferentes escalas sociales, políticas e incluso geográficas pero nadie,
absolutamente nadie sabe con fiabilidad los nombres de los pocos dueños del
mundo.
Ahora recuerdo que debo cambiar cuanto antes uno de los
chips del micro sensor OXON que rodea una de mis muñecas, de no
hacerlo los guardianes del Sistema me localizarían y evidentemente
peligraría la continuidad de la Fracción R.
Ante el espejo me veo envejecer por momentos, no recuerdo
cuándo fue la última vez que estuve delante de uno de ellos. De hecho,
no recuerdo haber visto antes ese extraño punto rojo que lentamente
recorre mi frente siguiéndola allá hacia donde la muevo.
…mierda.
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